Todos conocemos los estragos causados por la heroína, desde personales, familiares y sociales. Pero no siempre ha sido así. En el comienzo de la historia de esta sustancia, se creyó que era la panacea y por eso se comercializó, lo que no sabían era las terribles consecuencias que iba a causar. La heroína es un derivado del opio, obtenido de la resina de la planta de la amapola real o adormidera
Durante el siglo XIX el opio era una droga muy extendida en EEUU, debido en buena parte a los inmigrantes chinos que trabajaban en el ferrocarril.
Siguiendo en EEUU, fue a partir de 1810 cuando la morfina (recordamos que es un derivado del opio muy utilizado para el dolor), fue altamente prescrito por la profesión médica, por lo que a la larga había mucha gente adicta, si tenemos en cuenta la guerra civil de EEUU, miles de soldados se volvieron adictos, por lo que el problema de la morfina se convirtió en epidemia.
Hay que poner el término «dolor» en contexto ya que cuando ahora nos duele una simple muela, es cuestión de días ponerle remedio con dentistas cualificados y antibióticos apropiados. En cualquier época anterior al siglo XX, el dolor era algo habitual, dientes, accidentes de trabajo, enfermedades varias que ahora tienen cura antes implicaban dolor, diarreas por la no potabilización del agua, viruela, cólera, disentería… por ello era tan habitual el uso de opiáceos para el dolor, un dolor muy agudo y muy común.
ORIGEN
En 1874 se encontró lo que algunos creyeron era la solución a este problema, la heroína, un sustituto de la morfina para la terapia de reemplazo en pacientes con adicción a la morfina, «seguro y no adictivo». Gran error.
Charles Romley Alder Wright aisló esa sustancia nueva gracias a la acetilación del clorhidrato de morfina.
Esta nueva sustancia fue dada a conocer por Félix Hoffman que trabajaba para Bayer. Este laboratorio fue el primero en la fabricación industrial y comercialización. En 1898 se comercializó como sustituto del opio y la morfina en los tratamientos de deshabituación y en forma de jarabe para calmar la tos. Sí, para calmar la tos.
Comprobaron que esta molécula bajaba la presión arterial, la frecuencia respiratoria y en pacientes tuberculosos calmaba la tos y facilitaba el sueño. Así que fue ampliamente utilizado para la tos, sin receta ni nada.
Hay que saber que durante el siglo XIX las compañías de drogas fabricaban botiquines con todo lo necesario para la administración de las drogas y se podían comprar sin prescripción. Lo que ahora nos parece una barbaridad, en su momento no lo fue tanto ya que en el siglo XVI gracias al médico y alquimista suizo Paracelso se difundió lo que se llamó la «piedra de la inmortalidad» en forma de Láudano, que era opio en base alcohólica y se administraba a niños y adultos para dormir.
Otro dato, el jarabe de la señora Winslow era una mezcla de morfina y alcohol que se administraba a los niños revoltosos y aseguraba ser una forma «inocua y agradable» de ayudar al niño a tener un sueño profundo y relajado y calmar cualquier color. No se andaban con tonterías. En 1910 el New York Times publicó un artículo desenmascarando el jarabe y no fue hasta los años 30 que fue retirado.
En poco tiempo se demostró el error que habían cometido con la heroína ya que la adicción que provocaba era mucho más intensa que la morfina.
En 1913 se suspendió la producción de heroína, lo cual solo significó que no era posible la obtención de heoína de forma legal, ya que el mercado para este producto ya estaba hecho. El desastre que vino después para la sociedad y la juventud en particular se ve reflejado con especial crudeza en «Yo, Cristina F» de Uli Edel.